3.550. "Se necesita materia prima para construir un país. Decimos que Gaviria no sirvió, lo mismo de Samper, Pastrana, Uribe. Ahora se dice que Santos no sirve y el que venga después tampoco servirá.
Sospecho que el problema no está en Samper ni en Pastrana, ni en Uribe ni en Santos. El problema está en nosotros como pueblo, como materia prima de la sociedad.
Pertenezco a un país donde la viveza criolla es moneda más valorada que el dólar, donde volverse rico de la noche a la mañana es una virtud más apreciada que formar una familia basada en valores y respeto a los demás. Un país donde los periódicos jamás se podrán vender como en otros países, es decir, poniendo las cajitas en las aceras, donde uno paga un periódico y saca un solo periódico dejando los demás donde están.
Pertenezco a un país donde las empresas privadas son papelerías particulares de empleados deshonestos que se llevan a hurtadillas para sus casas hojas de papel, lapiceros, bolígrafos, lápices y todo lo que pueda hacer falta para las tareas de sus hijos, entre otras cosas.
Un país donde la gente se siente triunfante si le vuela el cablevisión del vecino, donde la gente se inventa la declaración de renta para pagar menos, donde la impuntualidad es un hábito, donde los directivos de las empresas no generan capital humano, donde no hay interés por la ecología, donde las personas tiran basuras a las calles y luego reclaman a gritos por qué no se le da mantenimiento al alcantarillado.
Un país donde no existe la cultura por la lectura y no hay conciencia ni memoria política, histórica ni económica, donde nuestros congresistas trabajan pocos días al año y cobran los demás como altos ejecutivos, para aprobar una reforma fiscal al vapor, que lo único que hace es hundir al que no tiene, fregar al que poco tiene y beneficiar solo a unos cuantos.
Un país donde las licencias de conducir y los certificados médicos se compran sin hacerse ningún examen, donde si sube al bus una persona de edad o una mujer embarazada con un niño en brazos, o un minusválido, aquel que viene cómodamente sentado se hace el dormido para no ceder el puesto.
Un país donde la solidaridad no existe, donde nadie comparte nada con nadie. Un país donde la prioridad es para el automóvil y no para el peatón, donde la gente está llena de faltas pero disfruta señalando a sus gobernantes.
Mientras más le digo rata a Pastrana o a Samper mejor soy como persona, a pesar de que apenas ayer me consiguieron las preguntas de un examen o un certificado ilícito para evadir algo. Mientras más le digo autócrata a Uribe o Judas a Santos soy mejor colombiano, a pesar de que apenas esta mañana tumbé a un cliente a través de un pequeño fraude que me ayudó a pagar algunas deudas.
¡No, no! ¡Ya basta! ¡Ya no más!. Como materia prima de un país tenemos varias cosas buenas, pero nos hace falta mucho para ser esos hombre y mujeres que Colombia necesita. Esa viveza criolla congénita, esa deshonestidad a pequeña escala que crece hasta convertirse en casos de escándalo, esa falta de calidad humana, más que Barco, Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe, Santos, es lo que nos tiene real y francamente mal, porque estos señores no han sido ni más ni menos que nuestros presidentes, elegidos por nosotros, nacidos aquí y no en otra parte del mundo.
Lo cierto es que aunque Santos renunciara hoy mismo, el próximo que lo suceda tendrá que seguir trabajando con la misma materia prima defectuosa que como pueblo somos nosotros mismos y no podrá hacer nada. No tengo ninguna garantía de que alguien lo pueda hacer mejor, pero mientras nadie señale un camino destinado a erradicar, primero los vicios que tenemos como pueblo, nadie servirá.
No sirvió Gaviria, ni Samper, ni Pastrana ni Uribe, no sirve Santos ni servirá el que venga; ¿o es que necesitamos un dictador, para que nos haga cumplir la ley por medio de la fuerza y por medio del terror?.
Y mientras esa otra cosa no empiece a surgir, desde abajo hacia arriba o de arriba hacia abajo o del centro hacia los lados o como quieran, seguiremos igualmente condenados, igualmente estancados, igualmente fregados.
Es muy sabroso ser colombiano, pero cuando esa colombianidad autóctona empieza a hacerle daño a nuestras posibilidades de desarrollo como Nación, ahí la cosa cambia.
No le encendamos velitas a los santos a ver si nos mandan un Mesías. Nosotros tenemos que cambiar. Un nuevo Presidente con los mismos colombianos no podrá hacer absolutamente nada. Está muy claro. Somos nosotros los que tenemos que cambiar. Creo que esto encaja muy bien en todo lo que nos pasa. Disculpamos la mediocridad, mediante programas de televisión nefastos y tolerantes con el fracaso, porque esa una industria de la disculpa y la estupidez.
Después de este mensaje he decidido buscar al responsable, no para castigarlo sino para exigirle; si, exigirle que mejore su comportamiento y que no se haga el que no oye, el que no entiende.
Sí, he decidido buscar al responsable y estoy seguro que lo encontraré cuando me asome al espejo. ¡Ahí está!, ¡El del espejo!, ese es el único responsable. No necesito buscar en otro lado. Y ¿tú qué piensas?"
(Darío Silva Silva)
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